Esquizofrenia
La esquizofrenia es un
diagnóstico psiquiátrico que se utiliza para personas con un grupo de trastornos mentales crónicos y graves, caracterizado a menudo por
conductas que resultan anómalas para la comunidad, falta de percepción de la
realidad, alteraciones en la percepción o en
la expresión de la alteración de la realidad. La
esquizofrenia causa además un cambio mantenido en varios aspectos del
funcionamiento psíquico del individuo, principalmente de la conciencia de
realidad, y una desorganización neuropsicológica más o menos compleja, en
especial de las funciones ejecutivas, que
lleva a una dificultad para mantener conductas motivadas y dirigidas a metas, y
una significativa disfunción social. Entre los síntomas frecuentes están las
creencias falsas, un pensamiento poco definido o confuso, alucinaciones
auditivas, reducción de las actividades de relación y de la expresión de
emociones, e inactividad.
El
concepto de esquizofrenia tuvo un inicio histórico en el término: «demencia
precoz» de Bénédict Morel a mediados del siglo XIX. En 1898 Emil Kraepelin deslindó
dentro de la «demencia precoz» varios trastornos como la hebefrenia y la catatonia. Precisamente,
debido a la posibilidad de múltiples combinaciones de síntomas, se ha sugerido
que la esquizofrenia serían varios trastornos y no uno solo; por este motivo, Eugen Bleuler, cuando acuñó el nombre en 1908,
prefirió usar el plural: schizophreniaspara referirse a esta
patología. A pesar de su etimología semejante,
la esquizofrenia no es lo mismo que el trastorno de identidad
disociativo (antes:
«trastorno de personalidad múltiple», o de «doble personalidad»), con el que se
la confunde frecuentemente. Actualmente, el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales distingue cinco variantes o subtipos
dentro de la esquizofrenia, mientras que la Organización Mundial de la
Salud distingue siete
subtipos. Por otro lado, existe una amplia variedad de modelos categoriales y
dimensionales que tratan de abordar y explorar los síntomas de la esquizofrenia
y su diagnóstico.
Los
síntomas de la esquizofrenia suelen comenzar en adultos jóvenes y
aproximadamente 0,4-0,6 % de la población se ve afectada. Una persona con esquizofrenia, por lo
general, muestra un lenguaje y pensamientos desorganizados, delirios, alucinaciones, trastornos afectivos y conducta inadecuada.
El diagnóstico se basa en las experiencias que relata el propio paciente y la
conducta vista por el examinador. Se suele considerar que todo tipo de
exploración o prueba psicométrica o de psicopatología precisa una información
detallada de su alcance y objetivos, y la obtención previa de un consentimiento
por parte del paciente. No existen actualmente pruebas de laboratorio
diagnósticas de la esquizofrenia y ninguno de los síntomas es patognomónico o
exclusivo de esta enfermedad, lo que dificulta el diagnóstico cierto.
En
los pacientes esquizofrénicos, se ha detectado disfunción de los sistemas de neurotransmisores y
anomalías anatómicas cerebrales, así como anormalidades del sistema inmunitario. No
obstante, no se conocen con certeza las causas de la esquizofrenia. Los
estudios sugieren que los principales factores de riesgo son la predisposición genética y
factores perinatales. Además, algunas circunstancias socio-ambientales, el
aumento de la edad de los padres, ciertos
medicamentos y el uso recreativo de drogas parecen provocar o empeorar los
síntomas. En un subgrupo de pacientes esquizofrénicos, la enfermedad celíaca o
una anomalía en la absorción intestinal, podrían ser causantes del desarrollo
de la esquizofrenia.
Aparece
en el 1 % de la población mundial; están afectados un 30-40 % de las
personas sin hogar. La
prevalencia en los países considerados menos desarrollados es
significativamente menor.
El
tratamiento farmacológico de primera línea son los medicamentos antipsicóticos, que fundamentalmente actúan suprimiendo la
actividad de la dopamina. Las dosis de los antipsicóticos empleados son
generalmente más bajas que en las primeras décadas de su uso. La psicoterapia y
la rehabilitación profesional y social también son
importantes. En casos más graves, donde hay riesgo para el mismo paciente y
para otros a su alrededor, puede ser indicada la hospitalización involuntaria,
aunque la estancia hospitalaria es menos frecuente y por períodos más cortos
que en tiempos pasados. Por lo general, los trastornos de la cognición
contribuyen a problemas persistentes de la conducta. Los pacientes esquizofrénicos
suelen tener otros problemas de salud, incluyendo drogodependencia, depresión y trastorno de ansiedad, así como problemas sociales como desempleo, pobreza y baja calidad de vida. La esperanza de vida de
los pacientes con esquizofrenia es inferior en 10 a 12 años a los individuos
sin la enfermedad, debido a otros problemas de salud y a una mayor frecuencia
de suicidio.